El territorio peruano, está ubicado en la zona inter tropical de la Tierra; entre el Trópico de Capricornio (23°27’30”S) y el Ecuador Terrestre (0°00’00”), de acuerdo a su ubicación, le debió corresponder un clima netamente tropical, con características climáticas similares a las de Brasil y Colombia. Sin embargo, la presencia de la Cordillera de los Andes, con sus diversidad de pisos altitudinales, y la Corriente Peruana, generada por el Anticiclón del Pacífico Sur, con sus aguas frías, que recorren nuestro litoral de sur a norte,  van a incidir en el carácter árido y desértico de la costa centro-sur; además se tiene, el flujo de la Contra Corriente Ecuatorial y sus aguas cálidas, que provocan un clima semi tropical en la costa norte -Tumbes, Piura y Lambayeque-, permiten que nuestro país cuente con una gran diversidad climática, alta diversidad biológica y una oferta ambiental que debería ser la base del desarrollo sostenible de su población. Recordemos lo dicho por León Pinelo (1595 – 1660): “Si el paraíso existió, estuvo en el Perú”.

A pesar de los paisajes hermosos que poseemos, es necesario precisar la fragilidad de ellos, y que en condiciones extremas, también sufren de los efectos de la naturaleza, como los eventos producidos en Chosica, Santa Eulalia, Chaclacayo, Huaycoloro y Jicamarca. Estos eventos no son esporádicos y aislados, sino más bien, son recurrentes cada vez que se avecinan los periodos de lluvias. Por sus características geográficas, en el territorio peruano se producen diversos peligros naturales de tipo geodinámico, hidrometeorológico y oceanográfico, los que originan víctimas y pérdida de infraestructura.

El Niño, fenómeno oceanográfico-atmosférico, es parte de nuestra historia y se tiene conocimiento que, desde la etapa republicana el Perú ha sido afectado por 11 Mega Niños, los mismos que han causado lluvias intensas, deslizamientos de tierra e inundaciones, además de pérdidas de vidas humanas y daño en la infraestructura. Si bien es cierto, aún guardamos el recuerdo del Niño 1982/83 y 1997/98 y 2015/16, no debemos olvidar otros eventos El Niño, con consecuencias catastróficas, producidos en 1925, 1891 y 1877/78.

Referente al Niño, según el Comité Multisectorial encargado del Estudio Nacional del Fenómeno el Niño – ENFEN, en su Comunicado Oficial N° 01-2017 informa que en la Zona 1 + 2 (Perú – Ecuador) la probabilidad de ocurrencia de un Niño Débil es de un 30%. El comunicado Oficial N° 02-2017, declara la Vigilancia de El Niño Costero. Según esta información se podría concluir que los eventos que se vienen registrando en todo el país, son consecuencia de este fenómeno oceanográfico – atmosférico, que se presenta en el país de manera cíclica. Siendo cíclico, ninguna autoridad podría mencionar: “no sabía”, “no lo esperábamos” o “jamás pensamos” que algo así ocurriría.

El año 2011, fue publicada la Ley N° 29664, Ley del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, donde se establecen principios y la gestión prospectiva, correctiva y reactiva, con la finalidad de poder enfrentar los peligros naturales que nos afectan y establecer, mecanismos de prevención y respuesta, para atender de mejor manera el impacto de los peligros en el territorio y en la población. Por lo tanto, las autoridades correspondientes, deberían evaluar, fiscalizar y/o sancionar, lo hecho por los gobiernos locales a fin de prevenir y mitigar las consecuencias de los fenómenos naturales.

La prevención y gestión del riesgo de desastres, dependen de un adecuado y anticipado proceso de planificación del ordenamiento y gestión territorial en la perspectiva del desarrollo sostenible.  No es posible que las autoridades esperen que ocurran los huaicos e inundaciones para recién actuar.

A la luz de lo ocurrido en los últimos días, se constata la ineficiencia de los responsables de las instituciones encargadas de la identificación de los peligros naturales, a nivel del Gobierno Central, Gobiernos Regionales y Locales, para evitar o reducir los efectos de los fenómenos de la naturaleza. No existe una coordinación real y eficaz, entre las intuiciones científicas y las autoridades, a fin de optimizar los recursos, para la mejor toma de decisiones y poner en marcha los diferentes planes, previamente elaborados, a fin de enfrentar eficientemente una situación de emergencia.

Sin embargo, las autoridades reiteran que, se han visto “sorprendidas”, “que no se imaginaban” que algo así ocurriría. Ellas señalan, además que, es la naturaleza, quien impone un determinismo geográfico, al cual nos debemos someter, dejando totalmente de lado la posibilidad de anticiparnos a estos fenómenos mediante la planificación y ordenamiento territorial, rescatando la sabiduría ancestral de nuestros antepasados, quienes jamás ubicaron sus construcciones en zonas de riesgo inminente.

Es muy importante que las autoridades tomen en cuenta, la data histórica de eventos ocurridos en el Perú, no solamente los registros científicos recientes de la etapa republicana, hay que retroceder más en el tiempo, ignorarlo simplemente sentenciaría la frase: “los pueblos que olvidan su Historia, están condenados a repetirla”.

Se debe priorizar las políticas sobre la gestión de los desastres, tomando medidas administrativas necesarias para la observación y control de las zonas de riesgo e informar a la población sobre los riesgos del posicionamiento del territorio en zonas vulnerables y reubicar a las poblaciones que pudieran resultar afectadas. Es hora de fomentar, en todos los niveles, la educación geográfica en la gestión del riesgo de desastres.

Lima, 02 de Febrero de 2017

Colegio de Geógrafos del Perú

Web: www.cgp.org.pe

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